Por Gonzalo Puig // Lo escuchás todos los sábados, haciendo Emergencia en el Planeta Tierra, por www.eterogenia.com.ar.
La razón por la cual se le otorgó el Nobel de Literatura a Bob Dylan se queda corta: “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana (N. de R.: habrán querido decir Norteamericana) de la canción”. Es que Dylan, no sólo ha cambiado eso que dicen que ha cambiado, sino que la trascendencia del trovador es mundial. Sus canciones retratan la historia universal del mundo. En formato de libro serían una gran enciclopedia poética universal de la historia del hombre.
“La literatura nace de la canción” dijo esta mañana Pipo Lernoud, hablando con César Pucheta en Radio Nacional. Y eso, sirve para derribar las críticas de quienes buscan desacreditar a Robert Allen Zimmerman por no ser “escritor”. Pero por otro lado, el viejo Bob, fue fundamental en la reconstrucción del folklore de su país y lo suficientemente inteligente para poder romperlo. Así, algún día del 65 se subió a un escenario folk con una guitarra eléctrica y cambió la historia de la música. Pero por otro lado, por más que el renegara y se peleara con Joan Báez, sus canciones fueron himnos políticos y bandas sonoras de momentos bien calientes de nuestra historia contemporánea. La muerte de Kennedy, la crisis de los misiles, Vietnam, la guerra fría, los panteras negras y las crisis económicas, entre otras cosas están reflejadas en sus canciones. Una canción de Dylan era un cuento corto o incluso una novela. Una de sus canciones, “Hurricane”, sirvió para sacar de la cárcel a Rubin Carter, boxeador afroamericano acusado de asesinato.
No hubo nunca una distinción de este tipo a alguien tan popular (eso molesta a muchos). El premio a Dylan es un premio a todos, aun sabiendo que a este premio lo dan tipos que no saben mucho de nada. Incluso bien le habría cabido el Nobel de la Paz. El premio a Dylan es un premio a un tipo que supo hablarle a su generación, que prendió la mecha de las canciones incendiarias, que supo romper luego de aprender todo sobre sus raíces, el premio a Dylan es un premio a todos aquellos románticos que creemos que una obra artística pueden contribuir al cambio. Sin Dylan no tendríamos rock argentino, los Beatles no hubieran escrito sus mejores canciones y no entenderíamos que aprendiendo lo tradicional podemos evolucionar.
El que no entiende a Dylan, no entiende a Yupanqui o mejor dicho: el que no entiende a Robert Allen Zimmerman no entiende a Héctor Roberto Chavero. Y viceversa. Basta leer el libro de Dylan “Crónicas Volumen 1” y conocer la biblioteca de Yupanqui en su Cerro Colorado para entender la conexión.
Ya aparecen las primeras críticas y como en su “Rainy Day Women #12 & 35”, lo apedrean por haber ganado un Nobel. El premio a Dylan es un premio a todos. Viejo Bob, levantamos el Nobel con vos, “todo el mundo tiene que ser apedreado”.
Tres canciones para la posteridad de la… ¿literatura?
Rainy Day Women No. 12 & 35 (1966)
En la biografía de Dylan escrita por Robert Shelton, No Direction Home (sin relación con el documental de Martin Scorsese No Direction Home), se afirma que la canción fue prohibida en muchas emisoras de radio de Gran Bretaña y Estados Unidos debido a la paranoia por las «canciones sobre drogas» (Everybody must get stoned!).
Blowin´ in the wind (1963)
Una de las canciones más famosas del reciente Nobel. Su primera aparición en público tuvo lugar en el Gerde’s Folk City el 16 de abril de 1962, de la cual existen grabaciones.
Knockin’ on Heaven’s Door (1973)
La canción describe el colapso de un ayudante de sheriff, que fallece a causa de una herida de bala. En la canción, el ayudante dice: «Mamá, quítame esta placa, no puedo usarla nunca más». Ha sido versionada por U2, Bon Jovi, Grateful Dead, Lana del Rey, Antony and the Johnsons, Avril Lavigne , Eric Clapton, Guns N’ Roses, Luis Eduardo Aute entre otros.
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14-10-2016