Editorial de Ciudad Sin Mar. martes 6-3-2018.

La sociedad de la transparencia.

Es un discurso que llena páginas, minutos e imágenes en los medios de comunicación. Ningún lema domina el discurso público tanto como la transparencia, y quienes la refieren, lo hacen sola a la corrupción y  a la libertad de comunicación… ¿Y por qué llegamos a esta instancia seguramente porque cuando requerimos de ello ha desaparecido la confianza y la sociedad apuesta por la vigilancia y el control. Se trata de una coacción sistémica de un imperativo económico no moral o video/político,  las cosas se hacen transparentes cuando se expresan en la dimensión del precio y se despojan de su singularidad. La sociedad de la transparencia es un infierno de lo igual.

Espacios de libertad que se presentan como google o las redes sociales, que se han convertido en un gran panóptico, el centro penitenciario imaginado por Bentham en el siglo XVII, donde el vigilante puede observar ocultamente a todos los prisioneros. El cliente transparente es el nuevo morador de este  panóptico digital, donde no existe ninguna comunidad si no acumulaciones de egos, incapaces de una acción común política de un nosotros.

Los consumidores ya no constituyen ningún fuera que cuestione el interior del sistema. La vigilancia no se realiza como ataque a la libertad, más bien cada uno se entrega voluntariamente.  Nos entregamos desnudándonos y exponiéndonos a las miradas del panóptico, el morador del panóptico digital es víctima y actor a la vez.

La omnipresente exigencia de transparencia que aumenta hasta convertirse en un fetiche  y  totaliza el discurso, habría que buscarla en un cambio de paradigma que no puede reducirse  al ámbito de la política y de la económica.  La sociedad de la negatividad como dice el amigo coreano  Byung-Chul Han, le cede el paso a una sociedad en que la negatividad se desmonta cada vez más en favor de la positividad. Así la sociedad de la transparencia se manifiesta, en primer lugar como una sociedad positiva.

Las sociedades se hacen transparentes  cuando se aíslan y se allanan, cuando se insertan sin resistencia en el torrente liso del capital de la comunicación y de la información. Todo contribuye, todo colabora.

Las acciones se tornan transparentes, cuando se hacen operacionales, cuando se someten a los procesos de cálculo, dirección y control;  el tiempo se convierte en trasparente cuando se libera como la sucesión de un presente disponible.  También el futuro se positiviza como presente óptico. El tiempo transparente, es un tiempo carente de todo destino  y evento. Las imágenes se hacen transparentes cuando liberadas de toda dramaturgia coreografía y escenografía, de toda profundidad hermenéutica, de todo sentido; se vuelven pornográficas,  pornografía es el contacto inmediato entre la imagen y el ojo.  Las cosas se tornan transparentes cuando se despojan de su singularidad y se expresan completamente en la dimensión del precio.

El dinero que todo lo hace, comparable con todo, suprime cualquier rasgo de lo inconmensurable, cualquier singularidad de las cosas. Las sociedades de transparencia  se convierten en un infierno igualitario.


Buenos Días, desde Cuidad Sin Mar.

Conducción: Omar Hefling

Lun. a Vier. de 10 a 12 horas, repite 22 horas.

por www.eterogenia.com.ar

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