Por Iván Lomsacov / Publicado originalmente en Número Cero
Junto a la Mujer Maravilla, en Estados Unidos nacieron muchas súper-heroínas más, parte del mismo big bang que echó a volar bandadas de superhéroes tras el éxito de Superman y Batman. Y antes de eso ya había mujeres protagonizando cómics de aventuras, como las catalogadas «jungle girls» y «space girls». Pero casi todos esos personajes, –con las nada desdeñables excepciones y matices de la primera Wonder Woman y algunas otras heroínas–, fueron moldeados en las matrices de redituables héroes masculinos, funcionaron como versiones de Tarzán, Flash Gordon, The Phantom o Captain Marvel sexualmente atractivas para los machos heterosexuales que predominaban como lectores.
Iniciativa, coraje, fuerza física y de carácter alejaron a esas chicas de las ingenuas y débiles acompañantes de héroes que sólo desempeñaban el papel de presa fácil para los villanos, moneda de cambio. Por ese lado, podemos hablar de empoderamiento de la mujer, como el valor distintivo que hoy le adjudican a la Mujer Maravilla. Pero si consideramos a las legiones súper-heroicas como grupos sociales, la perspectiva cambia: en ámbitos donde la posesión de esas fortalezas y poderes ya no hace la diferencia, porque son requisitos de ingreso al círculo, otras cuestiones restablecen la desigualdad entre hombres y mujeres.
Para empezar, aunque la cantidad de este tipo de personajes continuó aumentando hasta hoy, incluso con la fiebre de las «bad girls» –tan poderosas como siliconadamente erotizadas– en los años ’90, en el universo súper-heroico la proporcionalidad nunca dejó de ser muy desfavorable a las chicas. De Los Cuatro Fantásticos, por ejemplo, solo una es mujer; y en los Avengers ellas tienen una representación aproximada de dos cada 11.
En la Liga de la Justicia, el ímpetu amazónico de “Wondie” pisa fuerte en primera línea, pero solo unas siete féminas la acompañan en distintos momentos del título y en roles secundarios, mientras los hombres son, como mínimo, el doble. Y entre los X-Men, las súper-heroínas no son pocas, pero tampoco son la mitad; y el liderazgo sigue indiscutiblemente a cargo del Doctor Xavier. Ninguna ley de cupo femenino ni mujeres en “puestos gerenciales”.
Letra chica
Y el resto está en la letra fina de los contenidos. Una “mirada masculina está presente en todos los niveles de representación de personajes femeninos en el cómic de superhéroes (sus cuerpos, sus ropas, sus roles, sus relaciones con otros personajes e incluso las situaciones en las que se encuentran)”, dice el experto español José Annacondia López en su tesis de maestría La construcción de la identidad de género en el cómic de superhéroes estadounidense. Miradas con detenida lupa académica como la suya permiten afirmar que en muy pocos casos –como en sagas creadas por guionistas heterodoxos como Alan Moore, Grant Morrison o Warren Ellis– las construcciones de súper-heroínas realmente desafían la normatividad de género imperante.
Eso mismo desnuda con su distancia crítica el mismo Moore –introductor de sentidos anti-sistémicos que Hollywood rasura en las adaptaciones cinematográficas de sus obras–, cuando en Watchmen inventa un grupo de súper seres arquetípico basándose en personajes clásicos abandonados y, intencionadamente, reproduce en él –entre otras cosas– las mismas relaciones de género que, como relaciones de poder, rigen en nuestra machista sociedad. Lo expone en escenas como la golpiza y casi violación que uno de los “justicieros” –El Comediante– propina a Espectro de Seda, compañera suya en los Minutemen, cuando ésta rechaza una relación; o la expulsión que sufre la super-chica Silueta por su condición de lesbiana, así como el tratamiento despectivo que por lo mismo se le dispensa cuando aparece asesinada.
Esa ideología patriarcal que continúa fuertemente arraigada en el cómic mainstream como en gran parte de las producciones culturales y como en nuestra vida cotidiana, también queda expuesta en la velocidad con que las grietas que le abrieron en la industria historietística norteamericana fueron total o parcialmente selladas en cuanto amenazaron perjudicar el nivel de ventas.